La Sicilia occidental nunca deja de sorprender. Una tierra perfumada y acogedora en cualquier época del año, gracias a un clima templado capaz de atraer turistas para estancias incluso fuera de la temporada turística habitual.
La seducción de los campos trapaneses y de todo el Agro Ericino es irresistible, como lo es también en el caso de la conocida Salemi y en todo el Valle del Belice, pero también más cerca de la costa, desde Castellammare del Golfo hasta Mazara del Vallo, donde no solo te enamorarán los atardeceres de inigualable belleza sino también los «bagli», típica arquitectura de fincas fortificadas diseminadas en la campiña, que una vez fueron el corazón de la Sicilia agrícola y que ahora se han convertido en alojamientos con encanto.
Estructuras que han permanecido fieles a la disposición original y en las que uno se siente protegido y cuidado: un amplio patio interior rectangular o cuadrado y gruesos muros adornados con buganvillas y jazmineros, el gran portón de madera enmarcado por la estructura en forma de arco de piedra y rodeándolo todo la naturaleza envolvente y vivificante.
Antiguamente, la vida del «baglio» giraba en torno a la producción agrícola. Hoy, muchas de estas estructuras han sido recuperadas arquitectónicamente y convertidas en residencias con encanto y refinados alojamientos agroturísticos. Visitar los «bagli» (y poder dormir en ellos) significa sumergirse en la historia y en entornos naturales espléndidos.
En la zona de Trapani y Marsala se encuentran numerosos «bagli» históricos. A menudo han conservado su carácter original convirtiéndose en fincas agrícolas ecológicas para el cultivo de viñedos, olivares, frutales y hortalizas.
En el corazón del Parque Arqueológico de Segesta se encuentran «bagli» que representan un excelente punto de partida para un itinerario arqueológico.
O casas de campo decimonónicas que surgen en medio de la quietud de las colinas, entre viñedos, huertos y frutales hasta donde alcanza la vista, entre senderos que recorrer a pie o con la bicicleta adecuada.Al cuadro bucólico se añade algún lago y tampoco faltan, en algunos «bagli» más alejados del mar, las piscinas donde refrescarse en medio de la naturaleza.
«Bagli» con encanto se encuentran presentes también en Castelvetrano, donde se puede degustar el aceite de oliva extra virgen. Se trata del precioso «oro amarillo» del cual la Sicilia Occidental se enorgullece contando con tres DOP: el aceite Valli Trapanesi, el Valle del Belice y el Val di Mazara.
En la zona de San Vito Lo Capo hay antiguas estructuras convertidas en alojamientos agroturísticos con locales-museo donde aún se conservan antiguas herramientas y los testimonios antropológicos de la actividad agrícola.
En Trapani, en algunos «bagli», todavía se produce aceite y vino, y el desayuno se disfruta en pleno relax, rodeados de arbustos de hierbas aromáticas.
Bajando hacia Marsala por la «Ruta del vino» (Strada del Vino) se encuentra un edificio que pertenecía a los Florio, la más importante de las familias que hicieron grande el Marsala (el más prestigioso entre los vinos de licor).
Por último, siguiendo la estela de los fragantes azahares se llega a Paceco. Aquí no puedes perderte la ocasión de probar los «cannoli» de Dattilo en la típica pastelería del lugar.
La última e imprescindible etapa del recorrido nos lleva a los «bagli» con vistas que se extienden desde las salinas hasta las islas de la laguna y hasta las Égadas.
En definitiva, los «bagli» representan para este territorio un recurso importante capaz de diversificar la estacionalidad turística apostando también por el aceite, el vino y la enogastronomía típica, pero también por las suaves colinas y las tierras altas y, naturalmente, el mar, atractivos también fuera de temporada, gracias a los amantes del excursionismo en bicicleta, del senderismo y del kitesurf.
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