Castillo de Venus

En el punto más alto del monte Erice, durante siglos, el Castillo de Venus ha sido un orgulloso testigo de culturas y cultos.

En el punto más alto del Monte Erice en el siglo VIII a.C. se construyó un recinto sagrado, el llamado thémenos, que se convirtió en uno de los santuarios mediterráneos más grandes e ilustres dedicados a la diosa Astarté, divinidad importante del Panteón de los fenicios y protectora de los marineros que encontró un punto de referencia en esta montaña incluso de noche, gracias al gran fuego que  se encendía en ese punto.
Se trata de una diosa fenicia, que fue asimilada a Afrodita por los griegos y a Venus por los romanos, quienes introdujeron el culto de Venus Erycina en Roma.
En la actualidad en la antigua área sagrada se encuentra la imponente e inexpugnable fortaleza construida por los Normandos mediante la reutilización de elementos arquitectónicos y de piedra de la reconstrucción del templo de la Venus Ericina.
Antiguamente el castillo estaba rodeado de torres, avanzadas obras de fortificación conectadas entre sí por dos cortinas almenadas y un puente levadizo, el mismo que menciona el geógrafo árabe Ibn-Giubayr (siglo XII).
El Castillo fue también la sede de los principales representantes de la autoridad real, es decir, el Castellano y el Bajulo: el primero administraba la justicia penal, dirigía la prisión y supervisaba el mantenimiento de la fortaleza, el segundo estaba a cargo de la justicia civil y controlaba el pago de impuestos.
Los alrededores del Castillo toman su nombre del Bajulo del reino, con el nombre de “Balio”.
En la fachada principal, los visitantes son recibidos en el portal de entrada, un arco ojival con el escudo de armas de los Habsburgo de Carlos V, enriquecido con una preciosa ventana bífora del siglo XIV.